lunes, 28 de noviembre de 2016

Defendamos lo que también es nuestro



Por Romina Fernández

Hace tiempo que las mujeres se incorporaron al mundo laboral; y esto, junto con el factor de que la población envejece y que no se realizan políticas adecuadas de cuidados a la dependencia, resulta en que las mujeres con cargas familiares estén sobresaturadas. Por eso debemos optar por otro tipo de organización del sistema de cuidados en el que se distribuyan las responsabilidades de manera igualitaria y, por supuesto, se proporcionen ayudas sociales dignas. Para conseguirlo debemos introducir el feminismo como un tema central en política y, a su vez, apostar por un feminismo transversal, que esté presente en todas las áreas en las que se trabaje.

Feminizar la política no es realizar pequeños cambios burocráticos, no sólo tiene que ver con porcentajes, gestos y fotos; es un proceso que debe estar enfocado a la forma de organización, de manera cooperativa y sin competencias, creando espacios para que las mujeres realmente se empoderen. El ideal del empoderamiento ciudadano pasa por entender que las mujeres (y las personas de cualquier comunidad oprimida: LGTBI, minorías étnicas, etc.) lo tenemos más difícil a la hora de empoderarnos precisamente porque vivimos en un sistema que se empeña en oprimirnos, o al menos lo intenta.


Introducir como tema principal la liberación de la mujer y la consiguiente igualdad, que hace unos años hubiera sido un tabú en cualquier partido político, debe ahora normalizarse e integrarse en cada acción política que se lleve a cabo. Sólo así comenzaremos a acercarnos a la erradicación de las discriminaciones por machismo. Aunque celebremos los avances que hemos vivido en los últimos años, hay que reconocer –y duele hacerlo- que aún vivimos en una sociedad que no es para nada igualitaria, que perpetúa estereotipos de género y normaliza la violencia contra las mujeres.

Tenemos la responsabilidad de que el feminismo deje de ser un tema ajeno y hostil dentro de la sociedad, por lo que hay que colocarlo en uno de los principales ejes políticos. El objetivo es que mujeres y hombres conozcan, asuman y apliquen los principios de los feminismos.

Por otro lado, debemos practicar un feminismo interseccional e inclusivo. Recordemos, por ejemplo, que existe una gran necesidad de proteger los derechos de las personas intersexuales y transgénero y posicionarnos totalmente en contra de la discriminación por orientación sexual o identidad de género, proponiendo medidas antidiscriminatorias y políticas inclusivas. Esto no es una utopía a nivel municipal: se puede, entre otras cosas, promover la creación de un observatorio de la igualdad LGTBI y colaborar más estrechamente con los colectivos y asociaciones feministas de la ciudad.

Frente a los proyectos políticos tradicionales, debemos favorecer la posibilidad de incluir modos alternativos de funcionamiento y proponer espacios diseñados desde la perspectiva de género y de la diversidad funcional, empleando estándares abiertos e inclusivos. Queremos que León sea de todas y todos, queremos que nadie se quede atrás y vamos a luchar por ello.

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